viernes, 4 de mayo de 2012

Carmelo homenajea a sus remeros olímpicos

El Carmelo Rowing Club homenajeará este sábado a Emiliano Dumestre y todos los remeros olímpicos que ha dado el club en toda su historia.

A las 15 dará comienzo unas regatas internas del club en las que participarán remeros actuales y aquellos que por diversos motivos no continuaron en el deporte. Luego, con la presencia de directivos del club, el intendente del Colonia Dr. Walter Zimmer y el alcalde de Carmelo Alejandro Brusco, se hará entrega de una medalla recordatoria a remeros olímpicos y familiares de los que ya no nos acompañan, entre ellos Gustavo Pérez Ariztia, fallecido recientemente, olímpico en 1960 y 1964.

"La institución desde hace un tiempo sintió la necesidad de homenajear a estas personas, pero no había encontrado el momento. Aprovechando el gran momento en el que se encuantra la ciudad debido a los festejos de los 100 años del Puente Giratorio y la clasificación de Emiliano (Dumestre) a los Juegos Olímpicos es que se organiza unas regatas internas y para culminar este reconocimiento", comentó María José Ferrari Suárez, encargada de difusión del club, a Uruguay olímpico.

El Carmelo Rowing Club tiene larga historia olímpica: en seis ocasiones hubo representantes carmelitanos. En Roma 1960 asisten los primeros carmelitanos Gustavo Pérez Ariztia, Raúl A. Torrieri Diconoy y Luis M. Aguiar Donatti. El carmelitano Gustavo Pérez Ariztia, junto a Mariano Caulin Bujanda, participan en Tokio 1964. En México 1968, la delegación de remo está integrada por 5 atletas con tres carmelitanos Emilio L. Ahlers Salome, José P. A. Ahlers Henderson y Luis A. Colman Rizk. El DT era Heraldo Martínez, otro de la ciudad. En Munich 1972 entrenados por el carmelitano Rubén Pesce, hacen su participación los también carmelitanos Pedro J. Ciappesoni Parodi, Jorge M. Buenahora y Daniel Jorge.

Más reciente, Leandro Salvagno estuvo presente en Atenas 2004 y Beijing 2008 y ahora se suma Emiliano Dumestre, quien competirá junto con el coloniense Rodolfo Collazo.

Fuente: Miguel Banchero Noaín y María José Ferrari Suárez

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